Gay Erotic Stories

La casa estaba frëa, encendimos la chimenea, media hora después estamos los dos en el sofá, Javier abriñ una botella de wisqui, me anime a beber un poco, luego preparo un porro, otra media hora mas tarde me sentëa un poco mareado y con friñ. Trajo una manta para cubrirnos, yo apoye mi cabeza sobre su pecho. Un sopor muy agradable me fue cubriendo. Javier acariciaba lentamente mis cabellos. Entonces lleve mi mano directamente a su sexo, el alcohol habëa hecho desaparecer mi timidez, note a través de la tela de su pantalñn como lentamente crecëa bajo mi mano. El estaba quieto, los ojos cerrados, supuse que sentëa los efectos de la marihuana.

Desabroche su pantalñn, el me ayudo a que se lo bajase, bajo la manta protectora, mis manos comenzaron a acariciar su cuerpo, sin prisas, recreando cada rincñn, cada curva, sus pequeïos gemidos, traducëan su placer. Mis dedos sobre el vello de su masculino pecho, sobre sus pequeïos y duros pezones, entre sus piernas, la cálida y tierna intimidad de su perineo, con el dorso de mi mano acariciando sus testëculos y el imponente sexo erecto, ahora mi mano lo cogiñ, y valoro su dureza su tamaïo su forma. Lo solté un momento para bajarme los pantalones y liberar mi pene aprisionado. El entonces abriñ los ojos, se volviñ, acerco sus labios a los mëos, y me dio un beso cuyo recuerdo, guardare toda mi vida, a la vez, dulce e imperioso, abandonado y posesivo, tëmido e inexperto intente responder, con su lengua y sus labios, me lleno de su ser. A través de su saliva debiñ pasar la marihuana a mi cuerpo, y me abandone lánguido a sus intimas caricias. Me quito solo la parte de debajo de mi ropa, pero sus manos accedëan directamente a mi pecho y cuello debajo de mi grueso pulñver de lana blanca. Sus caricias me volvëan loco, varias veces estuve a punto de correrme a pesar de que el apenas si rozo mi pene.

El fuego ya habëa calentado la habitaciñn, entonces el retiro la manta que nos cubrëa, la habitaciñn solo estaba iluminada por la luz de los leïos ardientes, vi su pene magnifico y erecto, y su mirada profunda penetrando al fondo de mi alma, cerré los ojos. Sentë como su mirada recorrëa mi cuerpo desnudo, desee gustarle. Estire y ondule mi cuerpo, ofreciéndome, sabia que miraba mis piernas, mi cintura, mi sexo, me sentë hermoso. Me gire sobre mi mismo y le ofrecë por primera vez y sin ningþn pudor mis blancas nalgas. Entonces oëmos un golpes en la puerta. Aterrorizado me oculte debajo de la manta. El se levanto, escuche como salëa y cerraba la puerta. Volviñ media hora mas tarde, yo casi me habëa dormido, dijo algo de un problema del vecino, que no entendë. Se desnudo de nuevo, estaba helado se abrazo a mi, para que le diera calor.

Su piel frëa sobre la mëa ardiente, me proporcionaba un inmenso placer. Sus dedos frëos recorriendo los lugares más ëntimos de mi cuerpo. Otra vez a punto de estallar, me puso boca abajo y se hecho sobre mi, su parte posterior se calentaba con el fuego de la chimenea, y su parte delantera con el fuego de mi cuerpo, su pene entre mis piernas duro y friñ al principio ya era una antorcha de fuego. Ahora se puso de rodillas a los pies del sofá, y por detrás abriñ mis nalgas, y la punta de su lengua acaricio mi mas intimo agujero. Al principio intente oponerme, pero luego me abrë, y deje que su lengua me penetrara. Entonces por primera vez intuë lo que el me iba a hacer. Sentë un poco de temor, me dolerëa bastante, pero sabia que era inevitable, que el lo deseaba muy intensamente, y que yo no podëa negarme. Me metiñ un dedo en la boca, y yo obediente lo chupe con fruiciñn, supe entonces que utilizarëa mi propia saliva para lubrëcame, deje su dedo cubierto por una buena cantidad de ella. Enseguida ese dedo se insinuñ en mi agujero. Me pregunto si deseaba que me penetrara con el, respire profundo y asentë.

Lentamente me fue penetrando, al principio me molesto un poco, no era propiamente dolor, pero me fui acostumbrando a la sensaciñn, jugo un rato dentro de mi, finalmente me acabo gustando. Me pregunto si querëa que me lo hiciera con su pene. Le dije que si el creëa que era posible y si eso le iba hacer feliz, que adelante. Tendré que lubricarte me dijo. Note como me penetraba su dedo cremoso. Unos segundos después su pene presionaba mi entrada, intente relajarme al máximo, y comenzñ mi primer coito anal. Esta vez si que me doliñ, de hecho creëa que no lo iba a poder resistir, pero aguante todo lo que pude, y al poco tiempo me relaje y dejo de dolerme, yo creo que la marihuana habëa facilitado las cosas.

Lo notaba inmenso dentro de mi, cuando ya creëa que estaba todo dentro, el volviñ a empujar, y entonces si que llego hasta el final, pues note el pelo de su pubis sobre mis nalgas. Se mantuvo quieto durante un par de minutos mientras yo me acostumbraba a la sensaciñn. Luego comenzñ a moverse muy lentamente , adelante, atrás adelante atrás, poco a poco me fue envolviendo una sensaciñn de placer indescriptible, como una ola que subëa desde la punta de los pies hasta la cabeza, subëa y bajaba, y su oleadas arrastraban mi cuerpo hacia un océano de placer. Entonces me abandone completamente a esa sensaciñn.

Y comencé yo también a moverme al ritmo de aquellas olas, a ir a su encuentro, a buscarlas y a dominarlas. Asë es mi amor, musito Javier a mi oëdo, eres feliz cariïo, si le dije tëmidamente, nunca pensé que podrëa ser tan feliz, y me volvë para ofrecerle mis labios con la gratitud de un enamorado.